viernes, 25 de abril de 2014

El XXI será el siglo de la biología

Se ha dicho que el siglo XX fue el siglo de la física, una ciencia que sigue avanzando en nuestro tiempo después de los grandes descubrimientos del siglo pasado: la formulación de la teoría de la relatividad general por Albert Einstein en 1916, los descubrimientos —en los que están implicadas otras ciencias como la química, ciertamente— relacionados con la estructura del átomo y la energía nuclear, el desarrollo de la física cuántica y de la física de partículas, por no hablar de las fascinantes construcciones de la física teórica (agujeros negros, materia oscura, teoría del todo, etc.).

Muchos afirman, sin embargo, y es un aserto discutible, que la biología será la ciencia preponderante en este siglo XXI que ya pisamos. El portentoso desarrollo que están experimentando determinados campos de la biología arranca de algunos descubrimientos clave que se produjeron en pleno siglo XX, como el de la doble hélice del ADN en 1953. Para Adrian Bird, padre de la epigenética, vivimos un momento que se conocerá como «la edad de oro de la biología».

La revolución de la biología molecular, la explosión de la genómica, el desarrollo de ramas como la bioinformática y la biología de sistemas, o los rápidos avances que se están produciendo en nuevos ámbitos de investigación como la biología sintética (centrada en el diseño y construcción de dispositivos y sistemas biológicos que no existen en el mundo natural), auguran que los futuros descubrimientos de la biología serán factores determinantes que posiblemente modificarán no sólo las condiciones económico-sociales de los seres humanos, sino las concepciones que el hombre tiene de sí mismo y de la vida.

Pero esta futura primacía de la biología sobre las demás ciencias es quizá exagerada, sobre todo si tenemos en cuenta que el avance de las ciencias las ha hecho en cierto modo interdependientes (pensemos por ejemplo en la biofísica). En cualquier caso, parece que el principal reto al que se enfrentan los biólogos hoy en día es el de la elaboración de modelos que logren dar coherencia a la gran cantidad de información biológica disponible. Para el profesor Medina Torres, «la nueva y sofisticada tecnología de adquisición masiva de datos biológicos ha conducido a incrementar de forma acelerada la brecha existente entre la cantidad de datos disponibles y de información biológica procesada y, más aún, la brecha existente entre ésta y la cantidad real de nuevo conocimiento». Abordar la enorme complejidad que caracteriza actualmente el ámbito de la biología es, al decir de muchos científicos, el gran reto de esta ciencia para el siglo XXI.

Este reto se hace más difícil debido a la escasez de recursos humanos, escasez motivada por la divergencia de los perfiles vocacionales que se entregan al estudio de la biología: suele ocurrir que los jóvenes con dotes analítico-matemáticas no se sienten atraídos para estudiar una biología «clásica», y viceversa, quienes sienten pasión por la biología no necesariamente les atrae la idea de estudiarla con las herramientas físico-químico-matemáticas.

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